Los Micronutrientes en la Prevención de la Demencia.


Además del deterioro normal asociado a la edad de las funciones cerebrales, conforme vamos envejeciendo aumenta también el riesgo de que se produzca una disminución de la capacidad mental e intelectual. Uno de los rasgos típicos de este tipo de enfermedades, las llamadas demencias y sus numerosas formas, es un deterioro de la memoria, la capacidad intelectual, el lenguaje y las habilidades prácticas. Todos estos cambios tiene como consecuencia que las personas afectadas no puedan realizar sus actividades diarias. Las formas más comunes son la demencia de Alzheimer, en la que se acumulan proteínas dañinas (placas) en las células nerviosas del cerebro, y la demencia vascular, que se caracteriza por un estrechamiento de los vasos sanguíneos del cerebro debido a la aterosclerosis. Dado que actualmente no existe ninguna cura para la demencia, la detección temprana y la prevención tienen una enorme importancia. Aparte de realizar ejercicio físico y ejercitar la actividad mental regularmente, seguir una dieta equilibrada rica en micro nutrientes puede contribuir especialmente a prevenir la aparición de demencia y a contrarrestar el avance de la enfermedad.

En la prevención de las demencias, el consumo de ciertos alimentos no es tan importante como la ingesta regular de una combinación equilibrada de nutrientes, algunos de los cuales parecen tener un papel fundamental. Las investigaciones han proporcionado evidencia de que el consumo excesivo de ácidos grasos saturados de origen animal puede aumentar el riesgo de desarrollar demencia, mientras que los ácidos grasos poliinsaturados podrían tener un efecto protector. Un aporte adecuado de vitaminas B favorece la función de las células nerviosas del cerebro y ayuda a prevenir la formación de productos metabólicos dañinos. Uno de estos productos son los radicales de oxígeno agresivos, que parecen intervenir en la aparición de daños nerviosos y que podrían ser neutralizados por medio de micro nutrientes antioxidantes. Muchos de los componentes de una alimentación neuroprotectora se encuentran, por ejemplo, en la dieta mediterránea que, por su alto contenido en frutas, verduras y pescado, aporta una gran cantidad de vitaminas, fito-químicos, minerales, oligoelementos y ácidos grasos omega-3.